lunes, 3 de octubre de 2016

RUTA MOTERA AL ANGLIRU, EL STELVIO ASTURIANO Y LOS LAGOS DE COVADONGA.

Con dos días por delante, muchas ganas de viajar en mi Paneuropean y sin nadie que me acompañara en este viaje, me lancé de buena mañana a la carretera, rumbo norte hacia el Paraíso Natural de Asturias, para disfrutar de paisajes, carreteras y del placer de rodar en moto.

No pagaré peajes a cambio de aburridos kilómetros de carreteras rectas de doble carril, las evitaré siguiendo un camino más divertido por puertos de montaña como este del Alto del León.


Encuentro escondido en la cuneta, los cada vez menos vistos, "mojones" señalizadores de las carreteras nacionales.


Al viajar en mitad de la semana, el tráfico de camiones es abundante pero adelantarles, poco a poco, con la potencia y seguridad que da mi Paneuro es un juego de niños y da al viaje un punto de entretenimiento.

Cuando me quiero dar cuenta ya estoy subiendo las primeras rampas del Puerto de Pajares por la N-630.


Ya estoy metido en los Picos de Europa y el cansancio de los kilómetros que ya llevo recorridos desaparece al poder contemplar estas vistas únicas.




Empiezo el descenso del puerto hasta Campomanes y estuve a punto de repetir la subida para volver a bajar esta vertiente del puerto porque me lo pasé genial, salía de una curva y ya estaba preparando la siguiente.


Un día espectacular, las previsiones del tiempo para estos días eran muy buenas y así el viaje se disfruta más


En Pola de Lena llega mi primer desvío importante, con toda la cantidad de puertos que tengo para elegir, voy buscando uno en especial y para eso debo ir hacia Riosa.



En Riosa empieza la subida al puerto de montaña más mítico que tiene el ciclismo nacional, el Angliru.


Como ciclista aficionado no me he planteado subirlo sobre la bicicleta porque no tengo nivel para hacerlo, pero hace tiempo que tenía ganas de visitarlo y comprobar su dureza aunque fuera desde la moto.


La subida está dividida en zonas, y cada una de ellas lleva un nombre, las fuertes rampas empiezan desde el mismo pueblo de Riosa y no dan tregua en ningún momento.


Lo peor está esperando a poco más de 2 kilómetros para llegar a la cima, La Cueña les Cabres.


La foto no llega a dar una idea real de lo que es una rampa al 23,5%, la moto la dejo parada con la velocidad metida y si hubiera tenido freno de mano y un ancla para sujetarla al suelo también los hubiera utilizado.


Brutal, inhumano e increíble que un ciclista, dando pedales pueda subir esta pared asfaltada.


Este "pobre" se quedó petrificado cuando lo intentaba conseguir.

Las vistas desde esta altura son magníficas.



Vuelvo a la moto y con un primerazo (porque meter segunda velocidad es imposible), y dando gas con decisión, logro superar la Cuña les Cabres y llegar arriba.




El puerto no tiene salida y lo que antes subí ahora tengo que bajarlo. Si no fuera por el miedo que tenía a caerme por el precipicio, diría que la bajada me gustó más que la subida.


Ni el ronroneo del motor de mi moto rompe la calma de estas vacas disfrutando de su momento de siesta.


Pocos kilómetros me separan de la costa asturiana y enlazando curvas por la N-632 llego a uno de los "Pueblos mas bonitos de España". Estoy en Lastres.


El mejor lugar para tener estas vistas de Lastres es el Mirador de San Roque.


El pueblo se hizo muy famoso a raíz de la serie de televisión, "Doctor Mateo", y su belleza merece una visita o varias como en mi caso.



Sigo con ganas de montar en moto y ver sitios que aunque ya conozco no me importa repetir la visita sabiendo que lo que me espera me va ha hacer disfrutar del entorno como la primera vez en la que fui.

Enseguida gano altura y hago una parada para ver detenidamente la costa que dejo atrás.



Llego al Mirador del Fito y la única nube que hay en el cielo se ha quedado pegada a esta cima sin intención de moverse.


En otras ocasiones he tenido más suerte y las vistas desde este mirador suspendido de una escalera son impresionantes.


A los pocos kilómetros de empezar la bajada vuelve a despejarse el cielo y llego a la localidad de Arriondas.

En la Plaza Mayor ocupa un lugar de protagonismo el cañón con el que antiguamente se daba salida al famoso Descenso del Sella.


Va siendo hora de ir buscando un sitio donde parar y descansar un poco de la jornada en moto que llevo encima.

Como la temporada de verano ya ha pasado, no me he preocupado de buscar alojamiento pensando que no tendré mucho problema en encontrar un sitio donde pasar la noche.

Llego a Cangas de Onis y pruebo suerte en un hotel en el que ya estuvimos Ana y yo hace un par de años y nos gustó mucho, el Hotel Puente Romano. La suerte me sonríe y hay habitaciones libres, realmente creo que contándome a mi, eramos dos huéspedes alojados en el hotel.

Le pedí al recepcionista una habitación individual pero me dio una doble al mismo precio que si fuera individual. Después de repartir lo poco que llevaba en la bolsa de viaje por la habitación me dí un relajante paseo por el pueblo.



No entiendo como algunos pueden ser "incompatibles" con la afición motera que lleva siglos entre nosotros, concretamente desde los tiempos de los Picapiedra, y aquí esta la prueba.



El mejor recuerdo que puedo llevarme en las maletas de la moto es un compango para hacer unas fabes cuando llegue a casa.



Después de descansar como un bendito toda la noche, me despierto con fuerzas renovadas para seguir mi viaje-escapada. Las ganas de moto hacen que no tarde mucho en levantarme y estar preparado a primera hora para salir zumbando.


 Para empezar la diversión salgo en dirección sur por la N-625 remontando el río Sella y metiéndome de lleno en el Desfiladero de los Beyos.


Curvas de buen asfalto, una tras otra, encajonadas entre la montaña y siguiendo el retorcido trazado del río Sella.










Una maravilla para empezar el día e ir calentando ruedas preparando lo que me queda por delante.





A unos 30 kilómetros de Cangas de Onis me desvío de la carretera principal y me meto en unas carreteras propias de la España profunda en las que mejor no quedarse averiado.




Todo el rato fui rezando para no encontrarme un coche de frente porque hubiera sido un grave problema cruzarnos en esta estrecha cinta asfaltada.


A través del Foro Paneuropean descubrí que en Asturias hay un lugar llamado "El Stelvio asturiano" y como ya conozco el Stelvio genuino quise comprobar si este era igual de espectacular.


Informándome del lugar en internet, las fotos que pude ver no me dejaban lugar a dudas.


Y una vez sobre el terreno, mi Tom-Tom gps me anunciaba lo que me quedaba por hacer.


Perdí la cuenta de las curvas que fui haciendo en zig-zag ganando poco a poco más altura.

La carretera termina finalmente en una pequeña ermita. El asfalto llega hasta aquí y después solo quedan caminos de arena y piedra que no tenía ganas de seguir explorando.






Cuatro casas y una ermita forman el perdido pueblo de Casielles pero me alegré de llegar hasta aquí arriba y pasar un buen rato disfrutando de las vistas que tiene y que poca gente conoce.


Después de las 1000 curvas en zigzag vuelvo al abrigo del trazado entre la montaña y el río.




Con la tranquilidad que me da el llevar el casco puesto, por si cae algo de arriba, voy parando y haciendo fotos de esta carretera no apta para vehículos altos.





Una vez que llego al cruce de la N-625 vuelvo en dirección a Cangas de Onis en busca de mi siguiente objetivo.




Desde Cangas voy a recorrer otra carretera que nunca defrauda y por muchas veces que venga a esta zona la seguiré visitando, estoy hablando de la carretera que sube a los Lagos de Covadonga.

Dejo para la bajada la visita al Santuario y en la glorieta giro a la izquierda sin pensármelo dos veces.




A partir de superar "La Huesera" que es la rampa más empinada que tiene la subida a los Lagos, me encuentro un cielo azul que me deja ver un mar de nubes espectacular.





Otra de las cosas espectaculares que he visto cada vez que vengo aquí es la forma de conducir de los microbuses que hacen este trayecto llevando turistas de arriba a abajo todo el día. Mas de uno se piensa que esta carretera es su circuito de carreras particular y traza las curvas como si la carretera estuviera cortada solo para el.

Con la atención repartida entre el paisaje, las curvas, y los microbuses que bajan a tumba abierta, llego al lago Enol



Y cuando la carretera termina y no puedo seguir trazando curvas me paro justo delante del lago Ercina.


Cargue los pulmones de aire puro y me quede con ganas de dar un paseo hasta la orilla del lago, pero aun me quedaban cosas por ver y en esta época del año los días no son muy largos.


Otra de las cosas con las que hay que tener cuidado en esta carretera es con no pisar la cantidad de boñigas de vaca que hay sembradas por todo el asfalto. Por la cara que tienen estas dos, seguro que ya han hecho su aportación particular al problema.


Durante el tiempo que he estado arriba las nubes han ido desapareciendo y ahora la silueta del Santuario se distingue perfectamente.



Hago una breve parada frente a la cueva de la Santina


Y me despido hasta una próxima visita del Santuario de Covadonga y de Don Pelayo que a lo lejos me saluda brazo en alto.


En mi segundo paso por Cangas de Onis camino de mi siguiente destino, me encontré este Seat 600 prehistórico cuyo conductor se cruzó el pueblo, a paso de tortuga, saludando a todo el que se cruzaba con el por la calle, debe ser muy conocido y esa mañana había sacado su coche a pasear.


Desde Arriondas hago mi particular "Descenso del Sella" por la revirada carretera que me lleva hasta Ribadesella.


Me encanta llegar a ciudades muy turísticas, cuando los veraneantes de los meses estivales hace tiempo que se marcharon y solo queda la gente que vive allí todo el año y algún que otro jubilado o extranjero con vocación viajera.


Siguiendo la costa en dirección este, tenía marcado en color rojo un sitio que mis amigos Pablo y María me recomendaron visitar cuando supieron de mi escapada por tierras asturianas.


Hay que dejar la moto aparcada en una zona terriza y seguir un sendero que en poco metros nos deja a los pies de esta escondida y preciosa playa.


El agua entra directamente desde el mar por una oquedad en la roca.


El chapuzón lo dejo para otra oportunidad porque el cielo gris que me acompañaba no invitaba a mojarse mucho


Subo al otro lado del risco y me encuentro con esta panorámica de la costa.


Automáticamente sonaba en mi cabeza la canción de El Ultimo de la Fila: "vuela al viento espuma del mar..."


Cuando quise darme cuenta, había pasado un buen rato hipnotizado viendo romper las olas contra las rocas.



Ya no me despego de la compañía del mar hasta que llego a San Vicente de la Barquera




En este momento el agua estaba entrando desde el mar y empezaba a inundar toda la ria.



Y con todo el dolor de mi corazón tengo que empezar a pensar en iniciar la vuelta a casa. Elijo volver por la N-623 y a los pocos kilómetros de separarme de la costa se abre el cielo y dejo de ver nubes sobre mi casco.



Esta otra nube visible a muchos kilómetros de distancia, era producto de algún incendio bastante grande no muy lejos de donde me encuentraba.


No me resisto a tomar un pequeño desvío para hacer una visita a uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Burgos. Estoy en Orbaneja del Castillo.




Toda esta zona discurre entre cañones rocosos erosionados por la acción del agua pues estoy en el cauce del rio Ebro.


Cuando este invierno anuncien que para circular por aquí hacen falta cadenas me acordaré del calor que estaba pasando cuando paré a sacar la foto.


Y hasta aquí mi viaje relámpago por el Paraíso Natural que es Asturias para los que nos gusta la moto y en general para todo aquel que le gusta la naturaleza y los bonitos paisajes.

Me quedo con un montón de kilómetros disfrutados a tope, esta vez en solitario, pero sobre todo con muchas imágenes en el disco duro de mi cabeza que me van a hacer guardar un buen recuerdo de este viaje.

Hasta la próxima.