jueves, 10 de noviembre de 2011

BUSCANDO LOS COLORES DEL OTOÑO.

Hoy es fiesta en Madrid y aunque las predicciones meteorológicas no dicen nada claro si va a llover o va a aguantar el cielo sin soltar agua, nosotros tenemos claro que el día no lo vamos a pasar viendo la calle a través de la ventana.

Anoche decidimos Annette y yo, que dependiendo de cómo amaneciera, saldríamos a montar en moto un "ratito" o cogeríamos el coche para no mojarnos.

Los astros estuvieron de mi parte (yo siempre prefiero que llueva por la noche), el cielo está plomizo, cubierto, no se ve ni un rayo de sol, pero por suerte el suelo está seco y si nos fiamos del futurólogo que predice el tiempo para hoy, dice que hasta por la tarde no lloverá.

¿A qué hora significa "por la tarde"?

Nos jugamos salir en moto a pares o nones, hoy tengo el día afortunado y salgo ganador otra vez. Mientras nos preparamos, pienso una ruta que no sea larga, imprescindible con curvas y con parada en algún sitio para comer.

Esta es la ruta que vamos a recorrer hoy.



 Salimos con los chubasqueros en las maletas por si nos cae la del pulpo, pero con ganas de seguir disfrutando de nuestra semi-nueva Pan que cada día nos gusta más.

Annette se sube esta vez conmigo porque no le gusta nada el frío ni la lluvia y hoy el frío no se lo quita nadie (aunque ella dice que detrás de mi pasa menos frío que en su Bandit) y la lluvia puede aparecer en cualquier momento.

Lo primero antes de enfilar carretera y disfrutar mientras podamos de este día gris es desayunar como Dios manda y qué mejor forma de hacerlo que así.

         Unas buenas porras y un café con leche que entonen el cuerpo para lo que nos espera.

Con el cuerpo en orden de marcha empezamos a recorrer nuestras carreteras favoritas de la zona de las Vegas del Tajuña que con la llegada del otoño nos ofrece estos paisajes tan bonitos.



Los colores amarillos dominan sobre el resto, el frío y la humedad hacen que a los árboles les ocurra en las hojas como a nosotros con nuestro pelo: primero cambia de color y posteriormente empieza a caerse quedando totalmente pelado.

Puesto que la festividad solo es en Madrid nos encontramos las carreteras más solitarias que de costumbre pues los visitantes de fin de semana hoy deben estar trabajando, una suerte disfrutar de estos paisajes sin problemas de aglomeraciones ni atascos.


Atravesamos carreteras solitarias, a ritmo pausado, disfrutando el momento, el frío es subjetivo, yo voy muy cómodo con la temperatura que hace y no siento frío, Annette dice que tiene los pies fríos y las manos van por el mismo camino que los pies, si preguntamos al termómetro, este dice que hay 11ºC.

En varias ocasiones pasamos por situaciones delicadas en la carretera que en esta época del año se producen: zonas húmedas o también abundantes zonas donde las hojas de los árboles han caído a la calzada y forman una película entre el asfalto y el neumático por la que es mejor pasar lo más vertical posible y sin frenar, superados estos inconvenientes seguimos disfrutando mucho de las vistas otoñales.



Entre un valle y otro llegamos a Pastrana, centro neurálgico de la zona de  la Alcarria.


                       Entrada triunfal en la Plaza del Reloj a lomos de mi brioso corcel sobre ruedas

En Pastrana parece que el cielo se ha sacudido las nubes que lo cubrían y deja asomar algún rayo de sol que hace el día más agradable si cabe.

Posando junto al Palacio Ducal donde pasó muchos años prisionera de sus muros la Princesa de Éboli.


Nos asomamos al balcón natural que en uno de sus laterales tiene la Plaza, ocupada hoy por el mercadillo semanal, y esto es lo que podemos ver.


Podríamos pasar un par de horas mirando el paisaje desde este balcón pero los rayos de sol no calientan lo suficiente, algunas chimeneas dan buena muestra de que en esta época del año hace falta leña para calentar las casas.

Antes de seguir con la excursión nos tomamos algo calentito para mantener la temperatura y dejar también que los lugareños puedan admirar otro regalo a la vista como es nuestra moto.

Dejamos Pastrana, su historia y sus magníficas vistas y seguimos dirección Sacedón pasando junto al embalse de Buendía que gracias a las lluvias recientes tiene un aspecto muy saludable.

Incluso podemos ver algún pato nadando placidamente en sus aguas, lo que ocurre es que somos tan feos que en cuanto paramos para hacer fotos se asustan y salen volando.



Quería también advertiros de que en estas fechas los agricultores salen con sus tractores a los campos para empezar las labores de arar y preparar las tierras para el cultivo, puesto que los campos están mojados por las lluvias, cuando salen estos tractores a la carretera dejan marcados unos regueros de barro en la calzada que muchas veces son difíciles de esquivar y otras veces te los encuentras en mitad de una curva dándote un buen susto si no vamos prevenidos.



Otra parada obligatoria es en lo alto de la presa de Entrepeñas, ya desde abajo adivinábamos que se vería un bonito paisaje y cuando terminamos las curvitas de subida comprobamos que no estábamos equivocados.

                                                         Paisaje precioso en pleno otoño


-     ¡¡¡¡¡Que contenta estoy de haber salido en moto y disfrutar de estas vistas (aunque haga frío)!!!!

Nuestro estómago hace un ruido raro, bueno no es tan raro porque es hora de comer y, como estamos tan despistados con los paisajes, las carreteras, las curvas, las discusiones sobre el frío y el calor; nuestro estómago nos da un toque de atención para que empecemos a pensar dónde vamos a comer hoy.

Hace mucho que no visitamos un conocido restaurante donde hay que llegar con ganas de comer, donde no saben de platos de diseño, donde en los aperitivos no te engañan con minúsculas islas perdidas en un plato enorme, donde no se paga como si invitaras a diez  y te quedas con hambre.
Aquí se come como cuando vamos de visita a casa de la abuela , siempre es poco para ella, por muy buen apetito que tengas no te irás nunca con hambre.



Pensábamos que tendríamos problemas para sentarnos a la mesa pues, sobre todo los fines de semana, es imprescindible llamar para reservar sitio, pero gracias a que hoy aquí en Alcocer no es fiesta, no tuvimos mayor problema en tomar asiento y anudarnos la servilleta alrededor del cuello.

Los platos que aquí se sirven son tan desproporcionados que si tienes problemas en terminarlos puedes pedir que te los preparen para llevar a casa. Los fines de semana no hay menú y el precio puede resultar un poco caro pero nosotros aprovechamos hoy el menú diario con un primero tal que así:


                                            (la perola no se lo llevan después de servir el plato)

Del segundo no hay foto para no levantar envídias pero de postre nos pedimos una tembladera de azúcar y huevo, al golpe de calor, en su espejo de caramelo que agárrate los machos. Semejantes flanes merecen este pomposo título pues no es para menos.

Cada golpe en la mesa producían un movimiento en los flanes, similar al que vimos en Sabrina aquel año cuando cantaba el Boys,Boys,Boys.

Terminada la copiosa comida y con 100kg más cada uno, tenemos que pensar en volver a casa lo más pronto posible pues el grifo del cielo está a punto de abrirse para soltar agua en abundancia.

Antes, hacemos una parada en lo que podría ser el mirador de cualquier playa en nuestra costa, con sus barcos de recreo fondeados esperando un capitán que los dirija pero estamos a muchos kilómetros de cualquier playa.


En el camino de vuelta nos cayó agua dos veces: en Guadalajara y llegando a casa pero no fue suficiente para llegar a mojarnos, nos escapamos por poco.

Aprovechamos un día de fiesta entre chubasco y chubasco otoñal, disfrutamos del paisaje, disfrutamos de la moto y ya esperamos la próxima oportunidad que tengamos para seguir pasándolo tan bien.

Saludos.

1 comentario:

  1. Muy buena la cronica, como siempre, y bonita la ruta.

    Un saludo,
    Angel.

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