martes, 22 de julio de 2014

RUTA POR LA SIERRA POBRE.

Teníamos claro que no queríamos aguantar el calor que por aquí hace en pleno mes de Julio, por eso elegimos ir hacia el norte y buscar el frescor de la montaña , lo que no podíamos imaginar es que finalmente pasaríamos frío.

Por carreteras secundarias, como nos gusta ir habitualmente, vamos dejando atrás la capital.


Y enlazando curva tras curva empezamos a disfrutar de la mañana tan genial que hace para montar en moto.


Hacemos una primera parada para visitar un pueblo muy conocido pero que hasta el momento no habíamos estado nunca.


Dejamos la motos en un parking que hay justo antes de entrar al pueblo puesto que a los "forasteros" no nos permiten el paso al pueblo con vehículo.

Este pueblo centrado en el turismo, es uno de los más visitados por lo bien conservado que está dentro de la arquitectura negra de la zona.

No es muy grande y pudimos dar un agradable paseo por sus empinadas calles para conocerlo un poco.










La visita valió la pena y justo cuando volvíamos al parking para coger las motos y seguir nuestra ruta fue cuando empezaron a llegar coches y más coches para hacer lo mismo que nosotros, tuvimos suerte de conocer el pueblo en su momento tranquilo.

Y no existiría Patones de Arriba si no hubiera Patones de Abajo, la carretera que los une "mola mazo".


Seguimos adentrándonos en la sierra por carreteras cada vez más perdidas y abandonadas


Los montones de árboles talados junto a la carretera hacen de improvisados guardarrailes.

Hay tramos en los que la "carretera" deja de tener su significado y se convierte en camino donde no nos hubieran venido mal unas ruedas de tacos.


Despacito y con buena letra fuimos avanzando, llegar con los dos pies al suelo es una ventaja en estas situaciones.

En compensación a estos tramos delicados teníamos frente a nosotros unos paisajes espectaculares.



Siempre rodeados de naturaleza y por una carretera donde no nos cruzamos con nadie en toda la mañana.

                                                    (el puntito negro es Ana con su moto)

Llegamos a un cruce de caminos y aprovechamos para hacer una parada y estirar las piernas.


Solo nos restaba superar dos tramos en los que hubiéramos cambiado nuestras dos motos por una trail para llegar al Embalse del Vado.


El mirador es un buen sitio para saborear el haber llegado hasta allí.





Se acerca la hora de comer y tenemos que ir en busca de la civilización porque por allí no se encuentra nada más que paz, tranquilidad y el gorjeo de los pájaros.

Acelerando suave para no romper la calma del entorno seguimos nuestro camino bordeando el embalse.


El abandono y el deshuso hacen que la vegetación se apodere de todo, por ejemplo de esta antigua caseta de peones donde apenas se puede leer el cartel informativo.


Conforme nos acercamos a pueblos más conocidos el asfalto mejora considerablemente


El trazado sigue siendo igual de divertido y el paisaje también


Estamos muy cerca de Tamajón, en la provincia de Guadalajara, muy conocido también por ser parte de los Pueblos de Arquitectura Negra de la zona.



Paramos en un bar a reponer fuerzas


Nunca entenderé por qué mezclamos unos aperitivos como estos con unas coca-colas zero, será para no perder la linea descaradamente.


Al olor del chorizo de pueblo el perro pronto se hizo nuestro amigo.


 Ana que es una sentimental no pudo resistirse a los ojitos que le ponía.


Si os fijáis, ni ella ni yo nos quitamos las chaquetas, fuimos hasta allí huyendo del calor y lo conseguimos, el termómetro de la moto marcaba 17ºC.

Cuando terminamos de comer nos despedimos de la compañía del perro y volvimos a las motos que estaban más frías que el hielo.
El regreso a casa tendría muy buenos momentos.


Como por ejemplo nuestro paso por el "pequeño Stelvio" de cemento rayado


Le faltan "tornantis" para parecerse al auténtico pero queda más cerca de casa.





Continuamos nuestro camino hacia casa por mejores asfaltos e inmejorables vistas


Sin olvidar las curvas, porque una carretera sin curvas es de lo más aburrido que existe.




Hacemos otra parada para disfrutar de las vistas de esta zona de la sierra tan solitaria.


En el paso por la Presa de Puentes Viejas ya comentamos por los intercomunicadores que la temperatura se empieza a notar que va subiendo.


El último descanso antes de guardar las motos hasta la próxima salida es en el Berrueco


Desde aquí directos a casa pero ya pensando hacia donde será la siguiente ruta.